sábado, 4 de agosto de 2018

OLA DE CALOR

Arde el agua, arden las paredes de las casas, arden los pies y arde también el calzado, todo es un exceso y andamos malhumorados. El verde se desmaya y se pierde en el seco color de una muerte cargada. 
El paisaje sediento espera una nube errante que diga basta, que traiga la lluvia antes que sea demasiado tarde. Como una tragedia cotidiana, el árbol que ayer despertaba es ahora un cadáver, una rama seca cargada de parásitos. 
Yacen por el suelo, quebradas y marchitas las flores pequeñas, rendidas, vencidas, mordidas todas por la sed implacable.
Ni un solo lugar donde reposar al fresco, ni una sombra agradable, nada produce placer ni ansia. Solo la espera de tormenta, el deseo, el aire, la fuente, un riachuelo, el sueño de un mañana, mantiene la esperanza. 
Todo pasa. No sera distinto ahora, otras hogueras, otras nostalgias, otros dolores profundos, otros pesares se nos han cruzado y luego, algunos, los mas reposados, se apagaron. 







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