Debo estar
loca pero todo pide que le cante. Las tinieblas profundas y engañosas, de
pronto, se tienden en mis brazos. Las zarzas
del camino, salvajes, dolorosas, duras y enramadas se inclinan, se arrepienten
y aunque vuelven a la boca no destruyen mi aura. Ahora, bajo la luz huraña
alcanzo a ver la paz en las ventanas
Codo a codo,
la arena suspendida en el aroma de las flores se calza mis zapatos. Ahora el mar reluce,
llegan los perros y sus amigos, corren y crecen a mi vista y el fondo de la
tierra es transparente.
El duelo me
hace llorar, el luto suena en el tiempo y en mis andares desolados y heridos. Las
cicatrices se derraman en costados abruptos y siguen en la mesa, cenando conmigo. Ahora, sentados en círculo en las olas, esa
gente reunida, deja en mi vestido una sonrisa ancha.
Estoy preparada para saltar el cosmos
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