He aprendido que todos los abismos tienen alma, sentido y abundancia. Basta con correr las cortinas de la vida, envolverse en ellas y abrir las ventanas creciendo, duplicarse en los recuerdos e invadirse.
Delicada tormenta, sin recrearte en temblores ni en tinieblas tomas cuerpo sin vanidad ninguna.
Cada día espero poner la copa en mis labios, saborear la realidad como una golosina de la infancia dormida.
Rígida, implacable, erguida y fría la noche pisa la memoria con dentelladas oscuras, siniestras enemigas. ¡ No podreís con nosotros!
Ellos, mis ángeles guardianes, mis fieles amigos, se desperezan, agitan, bostezan y velan los sueños. Mis ángeles peludos entran alegremente, con luz benigna y fresca lamen, conquistan, remueven, abrazan, juegan, susurran, ronronean, laten, brillan, ensanchan el nido y siguen adelante conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario