En este horno caliente, subimos a lo alto de los montes para deslizarnos en las charcas profundas. Andamos decididos a por ríos gélidos y bajamos por torrentes sombríos, buscando siempre rincones y sombras donde saciar la sed.
De pronto, en aguas frescas, gotas minúsculas nos muerden la garganta. Oh! esta agradable sensación de rocío, de lluvia y piedra, hermosa frescura de las fuentes, virtuosa agua de los mares.
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