Si Tecla y yo
quedamos prendadas con el nuevo compañero canino, no fue así con los gatos. A
ellos les pareció una ofensa despiadada la entrada de Dandy en nuestras vidas.
Los primeros días, de malas maneras y formas poco cuidadas, demostraron su malestar por su presencia en casa. Y cuando, los reyes del
castillo, vieron ignoradas sus ruidosas reivindicaciones, porque sus bufidos no amedrentaban a nadie, decidieron congregarse en la planta de
arriba, en los rincones, para poco a poco reconquistar su espacio. Ellos jamás
se rinden!!
Llevan tres meses en lo alto, defendiendo su espacio
limitado. Cuando salimos a los parques, bajan la escalera y se adueñan del hogar vacío.
Encuentro cicatrices de su transito en
la encimera, huellas en el baño, en la maceta volcada en la ventana. Y luego, a oscuras, regresan a su imperio desierto, tranquilo y relajado.
Pero Dandy desborda energía, y ahora, se cuelga de la
escalera buscando a sus amigos felinos para estrecharles la mano, pasear del
brazo, conversar con ellos y dormir enredados como hiedras.
Quiero que se quieran, que jueguen en el patio, que suenen violines de belleza por los mares, que estemos recostados en la sala grande, en la noche oscura del invierno y en la luz encendida del verano, embelesados, repitiendo estaciones, recorriendo mundos sin atajos, día a día. Acariciarlos con seis manos si hace falta. Volar como plumas ligeras y vacias. Andando, llenar espacios, quemar piedras altivas y allanarlas.
Siempre juntos iremos hacia el futuro que es mañana, es hoy, es la infancia pasada.
Tomaremos la vida en una copa de viento de los prados. Y así ha de ser hasta que los brazos de la muerte nos alcancen.
Ayudaré a mis pequeños jinetes a admirarse, conocerse y abrirse como flores de mayo. Y
poco a poco, despacio, sin luchas ni violencia, descubran en Dandy una familia entera.
Quiero que se quieran, que jueguen en el patio, que suenen violines de belleza por los mares, que estemos recostados en la sala grande, en la noche oscura del invierno y en la luz encendida del verano, embelesados, repitiendo estaciones, recorriendo mundos sin atajos, día a día. Acariciarlos con seis manos si hace falta. Volar como plumas ligeras y vacias. Andando, llenar espacios, quemar piedras altivas y allanarlas.
Siempre juntos iremos hacia el futuro que es mañana, es hoy, es la infancia pasada.
Tomaremos la vida en una copa de viento de los prados. Y así ha de ser hasta que los brazos de la muerte nos alcancen.
Ayudaré a mis pequeños jinetes a admirarse, conocerse y abrirse como flores de mayo. Y
poco a poco, despacio, sin luchas ni violencia, descubran en Dandy una familia entera.
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