
Nuestra alegría se eleva entre los pastos, abandonados a la voluntad del día negro. Yo estrené chaqueta, ellos ya visten sus mantos espesos y tupidos, abrigados para un invierno que no llega, porque no hay frío.
Los gatos pasean su indulgencia en medio de las sabanas desnudas de mantas y edredones. Duermen ovillados en mis palabras que asoman de noche con inagotables muestras de ternura.
¡Arde otoño, barre lo escondido junto a lo mas recóndito!.
