No busco nada, solo ha de arder el pasado que me encuentra, sacudir las cenizas y arrojarme al mañana.
Para que el cielo estalle en mi
pecho, he de enterrarlo todo, no quiero mas dolor en la sangre, ni mas lágrimas.
En lo profundo de un armario
oscuro, en un piso deshabitado, sacamos unos sombreros, unas mascaras
divertidas y algunos disfraces. ¡Vamos a desmadrarnos un buen rato!
El viento huracanado hace
temblar el parque. Tierra, hierba y frío se empapan de rocío, verde y pardo,
ocres, resinas, todo esta calado.
La música, la voz del cielo, se extiende desde las nubes altas.
Somos nosotros, son los amigos que se acercan galopando. Atraviesan la vergüenza y se ensortijan entre el silbido del aire para, después, soltarse en el instante en que estamos respirando.
¡Que pacientes nuestros perros!
La música, la voz del cielo, se extiende desde las nubes altas.
Somos nosotros, son los amigos que se acercan galopando. Atraviesan la vergüenza y se ensortijan entre el silbido del aire para, después, soltarse en el instante en que estamos respirando.
¡Que pacientes nuestros perros!
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